Experiencia Shangrila

 

MI EXPERIENCIA Y MI ESTRATEGIA EN

SHANGRI-LÁ


Había leído en algún lugar que para ver el monasterio de Song Zan Lin había que pagar su correspondiente entrada y que si se iba con bicicletas se podía dar un rodeo por la zona y entrar por detrás. No pude alquilar bicicletas porque todas eran tamaño estándar chino. Así que me cogí el bus para tomar algunas foticos del monasterio desde fuera.

Claro, yo entendí lo de "ver el monasterio" como "verlo por dentro". Pero no. Mi sorpresa tornó rápidamente en indignación cuando descubrí el enorme edificio de venta de entradas y ningún monasterio alucinante cerca. Que por cierto la entrada era de 85 RMB (10 euritos) para poder acceder a los dos kilómetros de carretera que llevan al lugar.

Ruta roja: Itinerario aproximado que tomé (sin tener en cuenta el episodio del guarda)

Acordándome de lo del rodeo y con lo campero que soy, me puse en marcha por un camino hacia campo abierto por la derecha (hacia el Este), lugar donde hay un vasto humedal de charcas y que por mucha hierva que se vea NO aconsejo atravesar, por experiencia propia. En esta dirección se llega a un camino que parte de unas casas de campo, gira en dirección al norte y que llega a un pequeño cruce donde hay un puesto para un guarda y un cartel en chino que dice algo así como que está prohibida la entrada para turistas y bla bla bla....claro, yo me hice el que me sonaba a chino (o más bien a sueco) y decidí continuar recto.



De inmediato llegó un hombre que me hizo entender que no podía continuar y que tenía que pagar. Mucha gente como yo había tenido la magnífica idea de dar el rodeo y ahora también este acceso estaba vetado. A partir de ahora no sé hablar chino: Tras una serie de pantomimas con gestos, el hombre me obligó a acompañarle por el camino que salía a la izquierda y que llevaba a la carretera entre el acceso de entrada y el monasterio. Al mismo tiempo me dí cuenta de que hizo una llamada con el móvil e intuí que alguien debía esperarme o recogerme en la carretera (seguro que no para darme las bendiciones de Budha).

Llegado a la carretera, en un sutil movimiento logré posicionarme en un lugar interesante, idóneo para tomar una buena foto y, allí estaba, el impresionante Monasterio de Songzanli. Quise tomar una foto pero este hombre me lo quería impedir... y he aquí que a Rubén no le pone la mano encima nadie... así que hubo mosqueo y el hombre me quiso llevar carretera abajo hasta la puerta de entrada, a lo que yo, me lo pensé y le dije que tururú, que me largaba por el camino de vuelta y que a ver si se atrevía a tocarme. El hombre ya negro comenzó a llamar por el móvil nervioso y yo me largué tan pancho sin sorprenderme de que unos momentos pudiera aparecer el jeep de los guardas, polis o incluso los Power Rangers.

Pero no vino nadie. Llegamos al puesto de antes (porque el hombre no paraba de seguirme) y allí se despidió de mí con un bonito gesto mostrándome con descaro su dedo meñique (que en China es lo que para nosotros mostrar el dedo corazón). Tuve que deshacer el camino inicial mientras me planteaba otra estrategia, porque incluyo ya habiendo visto el dichoso monasterio, había en juego otra cosa: Mi apuesta personal por lograr burlar ese perímetro de la usura, ya que ese camino llevaba a una aldea pegada al monasterio y ni siquiera era libre de entrar en la aldea.

Mi plan...



La pequeña protuberancia de arriba es una de esas cimas corrientes llenas de banderas tibetanas.

Cerca del camino, cerrando el valle se alzaban unas colinas empinadas (de al menos 350 m) llenas de vegetación espesa en su parte más alta y que también tenían escrito el nombre de la ciudad con letras grandes a base de piedras blancas. Así que decidí subir allí primero para ver las vistas y luego ya vería.

Por supuesto que mereció la pena el esfuerzo aunque costó más de la cuenta por el esfuerzo de la altitud (3.750 m). La vista era espectacular y por primera vez en Shangri-La se me esfumó mi decepción y pude disfrutar de un hermoso panorama con un verde valle de pastos, campos de cultivos, cumbres borrascosas amenazando lluvia, la extensa ciudad al completo y por supuesto la panorámica completada con el dichoso monasterio flanqueado de aldeas. 

A la izquierda el pueblo. En el centro, acceso al monasterio. A la derecha el monasterio.

En esta pequeña cumbre, al igual que todas las de alrededor se alzaba un poste de banderolas de plegarias de colores. Con las primeras gotas, viento, nubes, en una cumbre de vegetación cerrada y solo, me plantee por qué diablos estaba allí... y esto, sin dudas, es algo a lo que solo pueden responder locos inquietos como yo sedientos de aventuras y prestos a la superación de retos.

Comencé la bajada por una senda que encontré, y desde allí, atravesando y bordeando campos de maíz y huertos, me dirigí a la aldea. Sentí algo de miedo cuando pensé que no era difícil encontrarme con algún perro de campo suelto que me hiciera trizas el cuerpo en un plis (de hecho me encontré con una especie de bestia enloquecida en una jaula de osos que si llega a estar suelta, este que os escribe, se cae fulminado solo viéndolo venir).

18:00 h de la tarde. Hambre y una campesina viene por delante. Le propongo que me dé de comer en su casa dispuesto a pagar. Para mi tiene mucho más valor comer en lo más folclórico de China a pesar de las "incomodidades". La mujer me invita a su casa gustosamente, disfruto de una cena en familia y al final resulto invitado. Todo fue muy cortés y agradable.



 

Tan solo me queda coger dos o tres calles y plantarme al fin frente al gran monasterio y saborear el dulzor del Objetivo Conseguido. Aunque no puedo entrar dentro porque me piden mi entrada para sellarla... ¡ups...! "-No se preocupe, es demasiado tarde, no voy a entrar-".

Toca retirada, pero esta vez por la otra vertiente para no repetir paisajes. Se coge la senda del parque que rodea un coqueto y bonito lago frente al monasterio. En una de sus curvas, hay que coger pendiente arriba campo a través, para después atravesar un bosque (las basuras lo delatan como frecuentado) y llegar hasta la parte trasera de la colina que lleva por un sendero hasta cercano al edificio de los ticket de entrada. Ojo, porque han intentando destruir este acceso y hay que destrepar fácil con el hándicap de la frágil arenisca.

Cerca de la entrada, con la noche encima, un par de movimientos de marine en la sombra para eludir centinelas, atravesar una valla y... asunto hecho. Toda una aventura a través de campos, humedales, cimas, aldeas, monasterios, bosques... y la satisfacción en mi rostro; Salvé un hipotético día aburrido e indignante a cambio de una pequeña historia para engrosar mis anales. ¿te gustaría intentarlo? ¡¡Adelante!!

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