domingo, 31 de agosto de 2014

"MI EXPERIENCIA" EN DALI CON SUS ETNIAS


Imagina por un momento una ciudad medieval China situada entre un lago de más de 50 km de largo y una cordillera imponente de montañas envueltas normalmente en nubes que desprenden ese toque entre místico y poderoso. Esa es Dali (大理), una bonita ciudad de Yunnan enclavada en un marco atractivo y embriagador. 


La ciudad antigua (古城), que es la parte interesante, está bastante lejos de la ciudad nueva, y su casco medieval aún "conserva" (con su modernización y adecentado pertinente) el trazado original de sus calles y los edificios de estilo clásico. 



Recuerda mucho a Pingyao (Shanxi), ambas con un estresante número de establecimientos comerciales y turistas colapsando sus calles, y aunque si bien el encanto de Pingyao es el de ser una ciudad medieval completamente amurallada, el de Dali está en el enclave paisajístico que la rodea, ya que de su muralla tan solo se conserva una parte de muro original y unas cuantas puertas.



Lo mejor de Dali son las vistas desde la muralla. La panorámica de los tejados de sus casas tradicionales combinados con un fondo cautivador, bien con montañas bien con lago, dan esa perspectiva que en algún momento conmueve.



Varias pagodas y templos salpican una zona que tiene habilitada rutas por sus campos o junto al lago para recorrerlas en bicicleta, además de haber excursiones organizadas para recorrer sus cordilleras o botes para visitar islotes y distintos puntos del lago.



Y aunque si que es verdad que de este entorno tan agradable emana una energía especial, una sensación extraña de positividad que recarga y revitaliza el cuerpo (es extraño pero sí), en realidad, no es de esto de lo que quería hablar en esta entrada, ya que para hablar en exclusiva de esta ciudad mejor remitirse a una guía de viajes y a las numerosas publicaciones repetidas que hay colgadas por la red. Yo voy a hablar de la experiencia que viví y que voy a intentar documentar de la forma más ligera y precisa.



Durante mi estancia en Dali, sin pensármelo alquilé una bicicleta (2,5 € para darle caña todo el día) con la intención de rodear el lago (unos 100 km) o improvisar alguna ruta por la zona. La ruta más transitada es la que rodea el lago (环海路), que atraviesa las interminables villas e urbanizaciones de la ribera. No hay problema con perderse porque está señalizada en todo momento.




Es una gozada pasear junto a un lago tan grande como un mar, con el viento en tu cabello y halcones en tu puño (gran cita de la mítica Conan). Lo más interesante para mí es poder observar como en los campos de regadío trabajan auténticos campesinos con sus atuendos tradicionales, su modo de trabajar arcaico y sus medios de transporte. Y lo fuerte es que es real, que no es pantomima para turistas.

En mitad del paseo me topé con un grupo de música tradicional compuesto de "erhu" o violín sureño chino, diversos instrumentos de viento, tambores y platillos tibetanos. Tras mostrar mi interés y mis ganas de interaccionar con ellos, me invitan a entrar a una casa que su patio principal resulta estar atiborrado de aldeanos de lo más profundo y auténtico de las etnias de Yunnan. Mi impresión es de haberme colado en mitad de lo que parecía una celebración importante, ya religiosa, ya folclórica.


De inmediato y por lógica fui el objetivo de miradas tanto asombradas como sonrientes. Allí de pié con mi camiseta técnica, cámara en mano y altura centinela, entre abuelos, abuelas, jóvenes, todos con vestidos étnicos..., en esos momentos no se cual de las partes estaba más sorprendida.

En esta especie de ceremonia la personas están distribuídas por edades y por sexo. Una serie de mozos están arrodillados y uno de los más viejos del lugar está pronunciando un discurso, el cual se ve acompañado de un trío musical que marca las distintas transiciones de la ceremonia.
A todo esto yo no dejo de preguntar por allí qué es todo aquello, pero su dialecto no me lo pone nada fácil. De seguida me traen a un chico joven, estudiado, para que me haga de intérprete, y entonces puedo comunicarme e informarme mejor. 

Antes que nada me invitan encantado a comer. Me ponen carne, pescado, arroz, verduras e incluso una gran cervezaca. Todo el mundo me rodea con miradas curiosas esperando encontrar una gesto de satisfacción, que por supuesto lo doy sin sobreactuar, porque todo estaba delicioso.

Y es cuando al fin me entiendo con el chaval (y con ayuda mi app PLECO) que me explica de que va todo aquello: Resulta que me encuentro en un sangli (丧礼). ¡Glups!, o sea, en un funeral.
Si, si....no sabía que cara poner porque a ellos no se les veía muy tristes. Pero me empapé lo mejor que pude, matices aparte, para documentar este interesante episodio.


La etnia de los Baizu (白族), es una más de las numerosas etnias que se establecen en los alrededores de Dali. China tiene 56 grupos étnicos (siendo la Han la más numerosa) y solo 26 viven en Yunnan, que es la provincia con más riqueza cultural y variedad de climas. Cada etnia tiene su propia lengua o dialecto del Chino. Y la mayoría de sus integrantes, sobretodo los mayores, no saben hablar otra lengua. Digamos que el Chino lo entienden (gracias a la TV) pero no saben hablarlo.

Un funeral de esta etnia dura tres días. El primer día es el día trágico, donde toda la comunidad lamenta la pérdida. El segundo día realizan actos para preparar el alma del difunto para el gran viaje. El tercer día es cuando el alma parte al cielo y el cuerpo es enterrado. Es por esto que el tercer día, no solo ya se ha pasado el mal trago, sino que además se celebra una especie de resurrección o fase de pasar a mejor vida. 

De seguida, todo el mundo abandona la casa y comienzan a preparar la procesión con todo tipo de detalles: Coronas portables con caracteres sagrados, estandartes multicolores y otros tipos de iconos para la ocasión. Desde enfrente de mi mesa varios hombres cogen el ataúd y lo llevan para la calle. Apenas termino aprisa de comer, aunque me llevo la cerveza para presenciar los actos...


Los hombres pertenecientes a la familia van vestidos de blanco y con turbante. Las mujeres de la familia, van vestidas de blanco y con capucha. Todos están arrodillados en fila custodiando el ataúd mientras ultiman los preparativos para poder portarlo.

 





Cuando la comitiva emprende la marcha, la encabeza un pariente que va soltando tracas de petardos, después van los músicos seguidos de las pancartas y estandartes, los hombres de la familia, el ataúd, las mujeres de la familia y el resto de los convecinos. Por supuesto que las mujeres de la familia están llorando como una Magdalena y destrozadas.
El difunto era un abuelo de solo 71 años.


La familia perjudicada

El ataúd

La comitiva recorre las callejuelas del pueblo y se dirige hacia una zona de campo en las afueras. A partir de cierto punto donde hay un pequeño templo, las mujeres ya no pueden pasar y se postran en el suelo en hilera como símbolo de lealtad eterna para que el ataúd les pase por encima. Tas esto la desesperación es total por poder continuar y tener que despedirse de forma inminente. 



Las coronas y mensajes son quemados en una hoguera junto al templo y solo los familiares continúan adelante para llevar el ataúd al foso donde será enterrado.

En medio del campo, con el gran lago extendiéndose al fondo y diversas tumbas cercanas pertenecientes a la misma familia, un Laowei alto y con gafas, conversa campechanamente entre los familiares y toma notas y fotos de cada momento sin dejar de prestar atención.
 

El foso ya está excavado, solo tienen que hacer bajar el ataúd, echar tierra, y construir en lo alto una tumba adornada con su epitafio. Todo el mismo día. Posteriormente el día termina con una cena íntima en familia.
 

Aunque esto ocurrió en una aldea a 20 km de Dali, para mí, el recuerdo vinculado a esta ciudad será imborrable. Me da lo mismo si la ciudad es bonita o fea, si tiene montaña o lago, si es antigua o moderna. Para mi Dali es ahora un tesoro antropológico en peligro de extinción que apenas he podido saborear, un lugar que me hizo sentir como el explorador que descubre a la nueva tribu. Un lugar al que seguro regresaré, aunque espero que para otro tipo de celebración.

Información para visitantes:

  • Como llegar: Dali está a 340 km de Kunming. Lo más recomendable es ir en tren, pues son apenas 6 horas, que se pueden hacer en coche cama. La ciudad está dividida en dos zonas. La parte moderna, al sur del lago, y el casco antiguo (la parte interesante), que está a 15 km de la ciudad moderna. En bus urbano se tarda más de 45 min. en llegar desde la estación de tren.

Recomendaciones:

- A la hora de alquilar bicicletas, yo solo me encontré 4 ó 5 tiendas cerca de la puerta Oeste, pero conforme uno se va acercando a la parte Este de la ciudad antigua hay muchísimas más. Pregunta y regatea.
- Si no eres bicicletero merece la pena alquilar una motito eléctrica y recorrer la zona. 

1 comentario:

  1. Pero como has llegado hasta Dali? Debe haber unos 3000 kms. Hermano. ¿Y esto lo haces en un finde?

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